Para comprender bien el fenómeno de la disfagia, hay que tener en cuenta que el proceso de la deglución empieza en la boca y acaba cuando los alimentos o bebidas llegan al estómago.
Durante este proceso se produce una compleja secuencia de contracciones y relajaciones de la musculatura de la boca y garganta controladas de manera muy coordinada por un grupo de neuronas.
Cualquier alteración o retraso neurológico-muscular puede provocar una incoordinación en el movimiento del bolo alimenticio o un error en la dirección del bolo, el cual, en lugar de descender por el esófago, puede pasar a la vía respiratoria y causar complicaciones graves de salud.